domingo, 27 de abril de 2014

A veces.

Hoy me levanté a la hora de siempre, o por lo menos la hora de siempre desde hace 2 semanas, y como hace ya mucho tiempo me sobraron 10 minutos en el tiempo que tengo calculado para arreglarme y que solía dedicar a tratar de inventar situaciones en las que podrías estar. Caminando, en una platica, con un paciente, durmiendo, conociendo a alguien, pensando en mi...
Luego, me dispuse a completar mis pendientes con la asociación y la escuela y la mañana transcurrió rápido. Resolver esto, ponerme al día con aquello, corregir una carta, revisar los estatutos. Me encontré a media tarde con mucho hecho y aún mucho por hacer y me pregunte si alcanzaría a estudiar obstetricia en el proceso. Fui a comer con mi familia antes que mi hermano se fuera de regreso a Monterrey y no tomé café ni te extrañé.
En algún momento de la tarde me hablaron de ti y sonreí, no había pensado en ti en todo el día. Hablé de ti, y fue entonces que empecé a extrañarte.
Recordé lo que pensaba de ti a los 18 años, semejante loco, aguantando tanta locura de esta loca y de sus locos amigos. Y supe, que fue por eso que me enamoré locamente de ti. Porque tu me escogiste a mi, no yo a ti (como estaba acostumbrada). Porque supiste manejarme y ser manejado, reírte de mi y reírte conmigo. Fuiste mi cómplice, intentando burlarnos de la vida y sus circunstancias. Me querías, pero a la justa medida, nunca limitante, sacando lo mejor y lo peor de mi conforme fuera necesario.
Recordé lo que era estar enamorada como nunca. Las peleas, las bromas que no eran dulces pero sí especialmente divertidas y tiernas a su manera. La falta de celos, las nuevas amistades. Una relación sana, de esas bonitas y divertidas. La manera en que lograste enamorarme muy a pesar de mi misma, por tu locura, por nuestra locura. Y por eso dolió cuando te fuiste, cuando decidí que era tiempo que te fueras y decidiste que era tiempo de hacerme caso.
Y de extrañarte me di cuenta que lo que extraño en realidad es esa etapa de mi vida, donde me di permiso de enamorarme. De sentir lo bonito del amor, de querer y dejarme querer. Y no me mal interpretes, me va muy bien conmigo misma. Tengo todo bien organizado aquí dentro. Tengo tranquilidad y a veces me da pánico que alguien me la quite. Solo soy yo, conmigo, y me va bien.
Pero creo que a ti y a mi nos va mejor en pareja, aunque no sea la tuya y la mía. Y a veces estoy casi convencida que tu ya encontraste una nueva, y a veces estoy casi convencida de que yo también.

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